
Quizá no era su intención, pero algunos pintores con su obra provocaron mucho miedo. Y es que temas como el infierno, la muerte y la condición humana, los representaron de una forma desgarradora y un tanto violenta.
¿Quieres ver si alguna de estas obras logran también turbarte? Enseguida te contamos brevemente sobre siete pinturas que han hecho que a más de uno se le ponga la piel de gallina:
Saturno devorando a su hijo, Pedro Paul Rubens
En este cuadro, Rubens representó al dios viejo devorando a uno de sus hijos. Luego de conocer la profecía que dictaba que uno de sus hijos le quitaría el trono, Saturno tomó una terrible decisión: devorar a todos los que nacían de su unión con Rea. A pesar del malévolo plan, su mujer dio a luz a Júpiter, quien logró derrotarlo, convertiéndose así en señor de todos los dioses.
Judith cortando la cabeza de Holofernes, Caravaggio
La pintura muestra la decapitación del general asirio Holofernes por parte de Judith, una viuda hebrea.
De acuerdo con el texto bíblico, cuando Holofernes -quien destruiría la ciudad de Betulia- estaba en su carpa, completamente ebrio y tendido en su lecho, Judith tomó su espada, lo agarró del cabello y le cortó la cabeza. La sirvienta, que está atrás de Judith, la recogió con el paño que se muestra en sus manos. Una vez finalizada la tarea, ambas llevaron la cabeza del enemigo a su poblado.
Hombres muertos antes de la posición cerca de Tahure, Otto Dix
Por cuatro años, Dix estuvo en la Primera Guerra Mundial. Llevó consigo un diario y un pequeño cuaderno en el que realizó una detallada y mórbida crónica de todo lo que presenció en esa época. De ésta surgió la serie Der Krieg (La Guerra), en la que se encuentran retratos de cadáveres de soldados y caballos, trincheras humeantes y heridos de todo tipo.
Tres estudios para una Crucifixión, Francis Bacon
Conocido por sus imágenes brutales, pero a la vez bellas en las que tenía como temas el horror, el asco y la soledad, Francis Bacon en 1944, uno de los años más devastadores de la Segunda Guerra Mundial, pintó este tríptico que se basa en la crucifixión.
De acuerdo con el Museo de Guggenheim, la obra representa “horribles criaturas vagamente antropomórficas retorciéndose de angustia”. Con esta obra, el pintor británico estableció su reputación como uno de los pintores figurativos más importantes de Inglaterra y como un cronista implacable de la condición humana.
Fragmentos anatómicos, Théodore Géricault
En esta pintura, Géricault retrató brazos y piernas sobre una mesa. El resultado: una sobrecogedora naturaleza muerta.
Interesado por estudiar el “abismo de la realidad humana”, el pintor, con ayuda de un amigo médico del hospital de Beaujon, pudo tener acceso a miembros cercenados para crear sus obras en su estudio. Según Charles Clément, su biógrafo, en una entrevista para La Nación contó que su taller siempre apestaba por la descomposición de las partes.
Detalle del Juicio Final, El Bosco
La obra, creada por el pintor holandés, es un detalle del tríptico que representa a los condenados, que sufren diversos castigos, sin dejar casi espacio para los bienaventurados. En ésta, se puede ver a una criatura con patas de anfibio que sujeta un sartén y fríe a un humano, o bueno, las partes que se ven de él. Y también se observa a una bruja cocinera que se entretiene viendo la tortura de un humano condenado a beber orina de un gigantesco barril que no deja de llenarse.
El ciruelar, Peter Howson
¿Qué de escalofriante puede tener esta pintura? A pesar de los colores brillantes, la obra tiene como protagonista a un soldado semidesnudo, castrado, abandonado y puesto sobre un árbol para que muera. Junto a él se encuentran dos niños que lo observan sin sorpresa alguna.
El ciruelar forma parte de una serie que hizo Howson, tras su paso por Bosnia como artista oficial de la guerra.
Y a ti, ¿qué otra obra te provoca escalofríos?
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