¿Hasta dónde puede llegar una aerolínea cuando se trata de lidiar con un pasajero que no pretende dejar de pedorrearse?
La respuesta la tiene Transavia Airlines.
En un vuelo de Dubái a Ámsterdam, un hombre comenzó a soltar gases anales, uno tras otro, con toda la normalidad del mundo. Las personas a su lado, repugnadas por el nefasto olor, se quejaron con miembros de la tripulación.
En un principio no hicieron nada (¿asumieron que sería extraño pedirle a alguien no se pedorree?).
Cuando el tufo rectal se hizo insoportable, el zafarrancho detonó. En ese momento, el capitán de la aeronave se desvió al aeropuerto de Viena y reportó que tenía “pasajeros en un alboroto”.
Al aterrizar, la policía abordó el avión con perros y fue recibida por un aroma repugnante. Dos hombres y dos mujeres fueron escoltados a la salida.
La polémica ahora está enfocada en qué demonios tenían que ver las mujeres en este putrefacto embrollo. Pero que esta desventura sirva para mostrarnos cuán delicado puede ser tirarse unos pedos a bordo de un avión.
*Imágenes: Especial.
**Con información de Metro UK.